escorpyto en: Oct 6, 2015 a las 5:43 pm
#30317
Cae la noche, en un triste letargo otoñal, mi pueblo se despereza con una soñolencia inusitada. De pronto, empieza a caer una fina lluvia sin previo aviso. Cada minuto que pasa, las gotas se hace cada vez más intermitentes. En la profundidad de la noche, como un estertor se oye un trueno a lo lejos.
Me asomo a la ventana, y un sudor frío recorre mi cuerpo. Aterrorizado, observo que el imbornal de enfrente de mi casa no traga toda el agua derramada por el cielo. Un pequeño lago, empieza a formarse y acrecentarse de una manera sigilosa y pertinaz.
¿Qué hacer? ¿A quien llamar? ¿Cómo me pueden socorrer en la clandestinidad de la noche?
En un alarde de perspicacia, me dije: “ya está, tengo la solucion. Llamaré a Giahsa para que lo arregle. ¿Pero llegaran pronto? ¿O tal vez esperen a que se haga de día? Tal vez no.”
Después de un rato, y en un momento de lucidez, pensé: “¿Y si llamo al concejal de obras y servicios? ¿Vendría rápidamente? ¿Quizás mañana? En todo caso, estará durmiendo y no lo molestaré.”
“O será mejor, hacerle unas fotos al dichoso imbornal y enviársela al jefe de la oposición por facebook. ¿Las verá? ¿O con esto de ciudadanos de derechas e izquierdas, no me echará cuenta?”
Con un tic nervioso, reflexioné, y me dije: “Ya está. Tengo la solución. Me pondré en contacto por whassapp con el señor alcalde. Le explicaré, que pago todas mis facturas de agua, porque en caso contrario, me embargan la cuenta del banco, y que me indique que es lo más correcto.”
Entre el sopor, con la claridad del día, me fui despertando; descalzo, trémulo, miré lentamente por la ventana, y ví como el imbornal de mi calle funcionaba a la perfección. Una maldita pesadilla, se apoderó de mí ser, en una tormentosa noche de otoño.
