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Gastronomía

Cuando se trata de describir la gastronomía de una población se puede caer en el error de intentar monopolizar platos que, por su consumo habitual, pueden parecer endémicos de la localidad.
Creemos que no se puede asegurar la autoría de una receta que se transmite de generación en generación sin conocer fronteras ni límites, por ello describiremos en esta página aquellos alimentos que han supuesto el día a día de las familias ayamontinas, sin entrar en tipismos gastronómicos usados en hostelería, intentando reflejar lo que podíamos denominar la realidad alimenticia de nuestro pueblo.

Bacalao a la Portuguesa
Bacalao a la Portuguesa

La cercanía del vecino Portugal, con el que existe un patente intercambio cultural en hábitos lingüísticos, sociales y, en este caso, gastronómicos, ha influido notablemente en la forma de elaborar los alimentos añadiendo a los ya existentes algunos platos en los que destaca la presencia de ingredientes y especias que el vecino país incorporó en su época colonial.
Podemos destacar el ya tradicional bacalao a la portuguesa, el arroz con castañas (plato puesto en boga durante los años 40 gracias a la llegada de castañas a través del estraperlo con el país vecino), la tarta de natas y un sinfín de postres y dulces cuyo ingrediente principal es la almendra.

sardinas estibadas
Sardinas Estibadas

La primera influencia digna de destacar que marcó los hábitos alimenticios de nuestra localidad fue la de fenicios y tartesios. Los asentamientos de las zonas costeras idearon un sistema de conservación de la pesca para poder disponer durante mas tiempo de las capturas realizadas en épocas de bonanza conservándolas en salmuera -una solución de sal marina- para un posterior consumo.
Posteriormente los romanos establecieron factorías por toda la costa que aprovechaban la abundancia de sal de nuestras marismas. Se trataba de la aparición de las salazones de pescado tal y como las conocemos en la actualidad, producto estrella de las industrias conserveras de nuestra zona que ha perdurado hasta nuestros días dando lugar a alimentos tan conocidos y apreciados como la mojama de atún, las sardinas estibadas o en “solipé” y las huevas secas de atún. Recetas cuyo origen podemos atribuir a esta época son los boquerones en vinagre y el tollo con tomate.

La cultura Árabe dejó una huella indeleble en nuestra sociedad y, como no, en nuestra gastronomía. A partir del siglo VI los árabes fueron trayendo la caña se azúcar, la granada, la berenjena, el naranjo, la morera, el almendro, el membrillo, la palmera datilera y las alcachofas, incorporándose estos elementos a nuestra dieta en mayor o menor medida.
Como aportación de máxima importancia en las costumbres de nuestra época debemos destacar la aparición del comedor como sala destinada a comer y el orden en que se sirven los platos, dando un toque de refinamiento a lo que, hasta entonces, era una practica basada en la necesidad de nutrirse.
En cuanto a la elaboración de las viandas, los árabes nos dejaron su particular forma de mezclar en una misma receta carne, legumbres y verduras. Fue la aparición de los potajes, pucheros y cocidos tan usuales en nuestra cocina actual.

Fideos con caballa
Fideos con caballa

El boom de la industria conservera de principios del siglo XX marcó de forma permanente muchas de las costumbres de nuestro pueblo. La sociedad de la época, predominantemente marinera, estaba familiarizada con el consumo de los productos del mar, pero en la década de los años 20 se generó toda una cultura alrededor del atún y la caballa, principales materias primas en la elaboración de conservas, como ejemplo de aprovechamiento pleno del pescado (un 73% del cuerpo del atún se aprovechaba para el consumo alimenticio y el restante 27% se dedicaba a la fabricación de guano).
El legado de la época se manifiesta en recetas tan habituales como el atún salado y aliñado, atún al ajillo, el atún en adobo y los fideos con caballas.

Con la crisis económica de la postguerra, la sociedad se adaptó a la carestía de productos de primera necesidad, cobrando un especial protagonismo aquellos alimentos que, por su producción en la zona o su relativa abundancia, se encontraban al alcance de las familias ayamontinas. Cobran especial importancia los productos del mar sin mucho atractivo comercial ya que los marineros podían llevarse a sus casas aquellos peces que no se comercializaban, en este caso podemos reseñar platos que han llegado hasta nuestros días como la raya en pimentón, la sopa de “mechillones” (también conocidos como chirlas) y el arroz con sardinas, plato con un toque añadido de las influencias de aquellos marineros que se establecieron en nuestras costas provenientes del Levante español.

Con todo, el plato más recordado de la posguerra son las poleadas de maíz, que por su simpleza y valor nutritivo sustentaron a familias enteras ante la falta de otro aporte de proteínas. Debemos el origen de esta receta a los mayas y otros pueblos americanos precolombinos, quienes conocían y aprovechaban el valor nutritivo del maíz en todas sus aplicaciones.