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Flora

La extensión del término municipal de Ayamonte hace que confluyan en el muy diversas comunidades vegetales. Han sido muchas las introducciones de especies foráneas, en parte debido a las sucesivas culturas que han ocupado la zona y de las que nos quedan vestigios arquitectónicos pero también florales, y como no, las debidas a intereses comerciales, que en muchos casos han acelerado la desaparición de comunidades vegetales en su estado originario.

De esta forma, es muy difícil encontrar ecosistemas tipo donde no existan especies introducidas. En algunos casos, como el Pino piñonero, éstas se han convertido en el máximo exponente de un biotopo concreto, influenciando toda la cadena trófica e, incluso, provocando un cambio irreversible en la fauna habitual.

En la descripción que hemos hecho trataremos como Introducida a aquellas plantas que se hallen en estado salvaje en nuestra zona pero no sean autóctonas, diferenciándolas de las Ornamentales, presentes en zonas ajardinadas o introducidas por motivos de estética, que no compitan en el medio natural con las poblaciones existentes. Por otra parte, incluiremos dentro del apartado Cultivos aquellas especies que, autóctonas o no, están destinadas a su uso comercial.

Por último se han elegido como epí­grafes generales las comunidades botánicas más representativas de la zona: marismas, litoral y matorral mediterráneo, dedicando un apartado especial al misterioso mundo de los hongos que, pese a no ser considerados plantas taxonómicamente, consideramos obligada su reseña.

Lentisco – Pistacia lentiscus:
arbusto o arbolillo de copa muy ramificada y densa que crece en laderas, zonas pedregosas y zonas de degradación del matorral mediterráneo, soportando bien suelos áridos y secos. Muy emparentada con Pistacia vera, de la que se obtienen los conocidos pistachos. Aunque es una planta con multitud de aplicaciones -madera para ebanisterí­a, resina para cementos dentarios en odontologíaa, barnices, masilla de vidriero, etc.- en Ayamonte tan solo se utiliza en cinegética para atraer a determinadas especies de carduélidos como el Verdón o el Jilguero.

Jara blanca – Cistus ladanifer:
Es, con mucho, el arbusto más común de los montes degradados de nuestra región, quizás debido a la resistencia a la sequía­ y su querencia por suelos áridos y pizarrosos.
El fruto tiene una cápsula protectora que le confiere una gran resistencia al fuego, siendo esta especie la primera en colonizar los terrenos devastados por un incendio. Entre sus aplicaciones populares cabe destacar la utilización del jarabe pringoso de sus hojas para lavarse el cabello fortaleciéndolo. De esta planta se obtiene el ládano, aceite esencial que, diluido al 5%, se usaba contra la tos. Las cistáceas tienen varios representantes en Ayamonte: Cistus salvifolius de menor porte y con hojas redondeadas( como las de la salvia )y ásperas, y Cistus crispus, rastrera, de hojas ásperas y rizadas y flores de un rosa fucsia intenso.

Cantueso Cantueso – Lavandula stoechas:
arbusto de hasta un metro presente en suelos ácidos de casi toda la región mediterránea. Muy relacionada con las comunidades de pino piñonero y jaguarzo negro de zonas anexas al litoral. Conocida popularmente por su suave aroma, se utiliza para elaborar aguas de colonia macerando las flores en alcohol. En aromaterapia se aplica como relajante, en herboristería­ se utiliza su aceite esencial para suavizar la piel y perfumar el baño imbuyéndolo de un poder relajante. En nuestra zona se encuentra también presente la subespecie L. stoechas pedunculata, fácilmente diferenciable de su pariente en tener el pedúnculo de las infloraciones el doble de largo que éstas.

Romero – Rosmarinum officinalis:
arbusto perenne muy aromático y caracterí­stico de nuestros campos por su apetencia por suelos calcáreos. Florece a partir de diciembre debido a nuestro clima, por lo que es aprovechado para adornar las viviendas en navidad. Desde tiempos inmemoriales se le han atribuido poderes mágicos -relacionados con su aroma- para la purificación de viviendas, enfermos, etc. Entre estas costumbres está la de colgar sobre la puerta una cruz de romero para bendecir la casa o la de quemar ramillos de romero la noche de San Juan. Sus flores son excelentes para la producción de miel, transmitiendo a ésta gran parte de sus propiedades medicinales. En medicina se puede escribir todo un tratado sobre sus propiedades curativas -hepatitis, gases, inapetencia, espasmos gastrointestinales, trastornos menstruales, astenia, jaquecas, inflamaciones osteoarticulares, mialgias, neuralgias, heridas, alopecia, dermatitis seborréica, etc.- siendo muy conocido el alcohol de romero, obtenido de sus aceites esenciales.

Encina – Quercus ilex:
es la planta más representativa de los ecosistemas secos de la región mediterránea. Con una talla media de 15 a 20 metros de altura, las encinas, y en general los árboles del Genero Quercus, son altamente beneficiosos para la conservación del suelo. Sus copas forman un paraguas que amortigua la lluvia reduciendo así­ la erosión del sustrato.
El aprovechamiento en nuestra zona es básicamente la bellota, que en la variedad Q. ilex rotundifolia es dulce, para consumo humano y del ganado principalmente porcino. También presentes en Ayamonte la Coscoja – Quercus coccifera, también llamada chaparro por su porte casi arbustivo, y el Alcornoque – Quercus suber, muy apreciado por el corcho que se extrae cada ocho años de su corteza.

Torbisco – Daphne gnidium:
especie muy representativa de las zonas resultantes de la degradación del encinar, conviviendo con la vegetación resultante. Se trata de un arbusto perenne de hasta dos metros de altura que se distribuye por toda la región mediterránea occidental. Sus atractivas bayas rojas son más bien una advertencia de la toxicidad de la planta. Sus hojas se han usado en la antigüedad como cicatrizante (llegando a introducir una pequeña astilla en los orificios de pendientes para su rápida cura) y, en la actualidad, la industria cosmética las utiliza en los tintes de pelo negros y en los anti caspa.

Brezo – Erica spp.:
en amplias comunidades de Ulex y Lavandula podemos encontrar al menos dos especies de brezo en nuestra zona Erica umbellata y Erica cinerea, ambas con flores de color rosa fuerte, y Erica lusitanica, con flores blancas, muy propia de brezales costeros. El brezo ha sido siempre un arbusto muy apreciado por sus múltiples aplicaciones: su madera es muy apropiada para la fabricación de pipas y otros utensilios que requieran gran resistencia a las altas temperaturas y la miel de brezo recomendada para combatir las enfermedades del corazón, riñón, reumatismo, anemia, neurastenia, inapetencia y desmineralización.

Aulaga – Ulex spp. :Ulex eriocladus
también conocida en nuestra zona como tojo, son especies normalmente recubiertas de espinas que alcanzan hasta un metro de altura, muestran preferencia por suelos ácidos preferentemente calizos compartiendo hábitat con brezos y otras especies de matorral mediterráneo. Tienen gran capacidad de brotar de cepa, lo que las hace ser de las pioneras en colonizar la zona tras un incendio. Como muchas leguminosas forman simbiosis con organismos microscópicos que fijan el nitrógeno atmosférico, enriqueciendo, de este modo, el suelo. Algunas especies presentes en Ayamonte son Ulex minor y Ulex parviflorus.

Palmito – Chamaerops humilis:
pequeña palmera de porte rastrero, muy frecuente en toda la provincia de Huelva. Aparece asociado con Lentiscos y Esparragueras. Suele ser un indicador de la degradación del encinar autóctono. Indiferente al tipo de suelo, solo requiere zonas con buena insolación. Actualmente es una especie protegida por la presión que ha venido sufriendo dado lo apreciado de su raíz como comestible de temporada. Los dátiles han sido empleados como astringente y las hojas para la fabricación de escobas, sombreros, canastos, etc.

Pepinillo del diablo – Ecballium elaterium:
aunque no es una especie tí­pica del matorral mediterráneo, el pepinillo del diablo se encuentra presente en prácticamente todos los ecosistemas de nuestra zona. Es una hierba perenne emparentada con las calabazas y otras cucurbitáceas.
Su nombre proviene del griego ekballion~arrojar, y hace referencia a su forma de dispersión de las semillas. Los frutos, ovoidales y densamente pilosos, son sensibles al tacto, emitiendo un fuerte chorro cuando se les roza para impulsar las semillas a gran distancia. Contiene una alta concentración de elaterina, fuerte purgante, pero su uso no está recomendado por ser una planta altamente tóxica.